El teatro, como las demás actividades universitarias, es un quehacer humano. Y son los hombres y sus nombres los últimos responsables de los entusiasmos, los esfuerzos, los rechazos, la acogida o el destierro de lo escénico en la Universidad o de las representaciones realizadas en su nombre. Por ello esta obra quiere ser también un homenaje a esos hombres, muchas veces desconocidos, que lucharon por un ideal noble, junto a una denuncia pública de otros que entorpecieron dicha labor.