En el siglo XVIII, el viajar alcanza la dimensión cosmopolita (y elitista) de conseguir la educación que proporciona el conocimiento. A mediados de siglo se divulga un modelo de viaje ilustrado en el que se establecen formas, normas y objetivos entre los que destacan el interés por el hombre en relación con el medio, y el contacto con la naturaleza que lo circunda. En esa tradición se entienden estos Paseos por Granada y sus contornos, escrito por Juan Velázquez de Echeverría. Entendido como "Guía de forasteros", este libro imprescindible nos habla de cuál era el interés de un hombre ilustrado por ciudades como Granada, un siglo antes de la riada romántica.