Colección de entremeses

Al comienzo de la introducción general de la Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas mencionaba Emilio Cotarelo y Mori las palabras del Padre Fray Martín de Sarmiento: «Nunca supe lo que era la lengua castellana hasta que les entremeses». La cita no puede pasar desapercibida. La riqueza de nuestra lengua se manifiesta de una forma singular en el teatro clásico, y de forma especial en las piezas cortas de dicho teatro. Leer esas obras es entrar en otro mundo de la lengua: dobles referencias, lenguaje figurado, retorcidas metáforas, refranes, frases proverbiales, latinismos deformados y todo, en prosa o en verso, cuando le viene en gana al poeta dramático o al actormezclado con el más exquisito lenguaje culto. Y siendo tan importante ese teatro, se le ha tenido y se le tiene en la oscuridad. Prueba de ello es que con frecuencia se le llame teatro menor, refiriéndose no sólo a su brevedad, sino también a su importancia, sobre todo si se le compara y esto es lo peligroso, con la comedia clásica. Sería más lógico apostar no por la comparación, sino por el apoyo y complemento de ese otro componente integrante mayor de la fiesta dramática. Sin ir demasiado lejos y aceptando que los estudios sobre el teatro breve (sobre todo el entremés) han avanzado notablemente en las últimas décadas con congresos y notables ediciones (múltiples en algunos casos) de bastantes obras y autores del tema que venimos aquí tratando, es claro el descuido de esos textos en las antologías, historias o diccionarios de literatura (donde con frecuencia se agrupan bajo un mismo rótulo) o simples ediciones accesibles al lector, especialista o no en la materia.