La Silva Locorum de Fray Luis de Granada

En el bello y frondoso jardín de los libros de fray Luis de Granada ocupa un lugar aparentemente humilde la Silva locorum communium. No goza
de la fama que otras obras suyas, que son más conocidas y leídas, como la Guía de pecadores o la Introducción del símbolo de la fe. Es casi una
obra desconocida, pero que tiene su valor y su singularidad. Cabría incluso decir que fue su predilecta, ya que en principio la escribió para su uso personal, aunque acabó por ofrecerla a sus lectores. En realidad es su primer escrito ad usum privatum. La empezó a pergeñar, según confiesa, apenas terminada la carrera, y continuó recreciéndola y cultivándola durante su
larga vida, y fue la última que publicó. Este hecho —su longevidad o lenta elaboración— la convierte en una obra típica suya, cuya génesis cuenta el mismo fray Luis y constituye el mejor prólogo a la obra de José Jaime Peláez Berbell. Asumí por amistad el escribirlo, pero me permitirá él y los lectores que refresque lo que fray Luis cuenta de la historia de la Silva, cuya gestación se reduce a tres etapas.