La travesía de la población granadina por el siglo XX

En las postrimerías del siglo XIX, España seguía siendo un país profundamente marcado por la pésima realidad demográfica que había conocido siempre. La mortalidad permanecía muy elevada, casi tanto como la natalidad, limitando el crecimiento natural de la población hasta una cuantía escasa en relación a lo observado en casi todas las naciones de Europa (Arango, 1987). Cabe destacar que a lo largo de esa centuria Reino Unido pasó de 16 a 42 millones de habitantes y Alemania de menos de 25 a más de 56 (George, 1985). España, por su parte, ganaría efectivos a un ritmo inferior, pues desde los diez millones y medio que contaba en 1800 ascendió hasta los dieciocho y medio llegado 1900. Este avance, modesto como decimos en comparación con el registrado en el mundo desarrollado, fue además más importante en la primera mitad decimonónica que en la segunda (Bielza, 1989). Y eso que nuestro país, a diferencia de otros muchos, no tuvo que soportar entonces una emigración excesiva (Romero, 1973).